Hacía poco había visto un reels llamado » la petra española», un sábado sin plan y un tiempo perfecto salimos para allá.
Realmente el templo se veía impresionante y aunque las comparaciones no son buenas, muchos son los que aseguran que el pequeño pueblo burgalés Gumiel de Izán cuenta con su propia “Petra”.
El templo en cuestión es la Iglesia de Santa María que fue construida entre los siglos XIV y XVII, siendo el monumento más importante de la localidad. El templo se levantó sobre otro más antiguo del Siglo XIII del que todavía se conserva la torre. Es un conjunto muy ecléctico pero al tiempo atractivo. Esto se puede observar en los diferentes estilos arquitectónicos que presenta, de los que destacan especialmente el gótico tardío y barroco.
Este último se puede observar de forma notable en su imponente fachada, por la cual ha adoptado este sobrenombre. Esta se proyectó entre finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVII y fue una obra encargada a Pedro Díaz Palacios y realizada como si fuese un retablo.
Al ver la fachada te percatas que faltan esculturas o piezas. Estando en la Iglesia había un grupo de jóvenes de mi edad, que eran de toda la vida del pueblo y les preguntamos, a que se debía que faltaran y nos comentaron que desde que tienen uso y razón está así y que sus padres siempre decían que cada vez que se encargaba una nueva pieza terminaba en Burgos, no puedo afirmar que sea verdad pero si llama la atención la falta de piezas en la fachada.

La iglesia es también la sede del Museo Parroquial, que guarda pinturas en tabla del siglo XV, tallas de los siglo XVII y XVIII y capiteles románicos del desaparecido Monasterio de San Pedro de Gumiel.
En su Plaza Mayor, donde se encuentra la Iglesia de Santa María, también puedes ver algunas construcciones típicas de la zona, algunas porticadas.
Puedes recorrer además otros sitios como el arco de los Mesones, el Castillo, la ermita de la Virgen del Río, la ermita de San Roque y la de San Antonio.
Es un pueblo pequeño con encanto, una parada en tu paso por la Ribera del Duero.
Luego de terminar nuestra visita en Gumiel de Izán y sin mucho más plan decidimos ir a Aranda del Duero que además ya nos quedaba de camino para retornar a Madrid.
Llegamos a la ciudad directamente a comer, es un error mío pues nunca tengo planificado donde comer, algún día mejoraré. Luego de comer, la elección al azar no fue mala y dos copas de vino muy ricas, nos fuimos a la oficina de Turismo, acción que casi siempre hacemos cuando visitamos una ciudad.
En la oficina nos explicaron que justamente era el día de las «Bodegas entre velas«, esto es una iniciativa para vivir la época de la vendimia. En esta ocasión 10 Bodegas de las más de 120 que se extienden bajo el suelo de Aranda abrían al público para ofrecer una visión diferente de esta parte tan emblemática del patrimonio de la localidad.
La actividad comenzaba a las 18h hasta el anochecer, y a las 19 y 23h se realizarían actividades. Cada peña elegiría que actividad desarrollaría; obras teatrales, música, recitales de poesía, conciertos y otras sorpresas.
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Nos fuimos entonces a recorrer un poco la ciudad hasta que fueran las 18h. Comenzamos por la Plaza Mayor y terminamos en la Iglesia Parroquial de Santa María la Real, que fue lo único que nos dio tiempo a ver.
La Iglesia está en el corazón del Casco Histórico de Aranda, su retablo mayor fue realizado entre 1611 y 1624 en estilo romanista y el pulpito renacentista en madera nogal, así como las escalares de subido al coro realizadas en estuco en 1523 por Sebastian de la Torre, las mismas actualmente tienen algún desgaste que se requiere acceder con cuidado al coro.
La iglesia cuenta con otros elementos de interés como la torre del campanario y la pila bautismal ambas del sigo XIII. Es de estilo gótico, construida en el siglo XV, conserva en su interior, entre otras obras de arte, un retablo del siglo XVII y un bellísimo púlpito renacentista, tallado por Miguel Espinosa y Juan de Cambray. La entrada tiene un coste de 1€ por persona y se permite subir al coro.

De ahí nos fuimos al recorrido de las «Bodegas entre velas» sin saber mucho de que iba, pero para una amante del vino no podrían ser un mejor plan.
El origen de esta actividad fue en el 2019 por parte de las Peñas Tierra Aranda y Chilindrón, en el 2020 y 2021 por la pandemia no se realzaron. En el 2022 se retomaron y obtuvieron gran repercusión. Cada año año se suman otras peñas y las bodegas diferentes.
De esta forma, son un total de 10 bodegas las que se abrieron sus puertas, con una iluminación especial con velas y con una serie de espectáculos que el público se podrá ir encontrando en varias de estas galerías en diversos pases y con un aforo limitado.
Las bodegas eran:
1- Peña Tierra Aranda: Bodega de “Requejo”.
2- Peña El Chilindrón: Bodega “El Bolo”.

3- Peña La Amistad: Bodega “La Botica Vieja”.
4- Peña La Ribera: Bodega “La Navarra”.
5- Peña El Jarro: Bodega “Los Martínez”.
6- Peña El Alboroto: Bodega “La Manca”.
7- Peña Niño La Capea: Bodega “Juan Antonio”.
8- Peña El Cubillo: Bodega “Del Moreno”.
Estás ocho bodegas están gestionadas por peñas culturales y taurinas de la capital ribereña, encargadas de revitalizar estos espacios y de hacerlos accesibles para arandinos y turistas. Estos espacios se utilizan a menudo para celebraciones y actos sociales.
9-Bodega de las Ánimas (una bodega musealizada con los oficios antiguos relacionados con la tradición vitivinícola de la villa).
La bodega de las Animas recrea elementos arquitectónicos, asi como diferentes actividades y trabajos relacionados con la elaboración tradicional del vino en la Ribera del Duero.
10- Bodega de las Caballerizas (sede de la peña de flamenco – Peña Piñana).
Las bodegas subterráneas constituyen uno de los principales atractivos de la capital de la Ribera del Duero, fueron declaradas Bien de Interés Cultural desde 2015
El subsuelo de Aranda está horodado por una red de galerías cuya finalidad fue la elaboración y almacenamiento de las grandes cosechas de vino que desde la Edad Media vienen produciéndose en la villa.
Durante todo el año mantienen una temperatura entre 11 y 13 Cº, con un nivel de humedad constante debido a la ingeniosa construcción que permite la ventilación desde el exterior. Estás características unidas a la ausencia de ruidos y vibraciones hacía de las bodegas el lugar ideal para la conservación del vino. Tienen una profundidad media de 9 a 12 metros y una longitud total cercana los 7 km.
Estos pasadizos artificiales tienen varios respiraderos, llamados zarceras, que permiten que el aire se renueve en el interior. Además, en sus orígenes estaban intercomunicadas y tenían una salida extra muros de la ciudad. En la actualidad algunas de estas bodegas se han hundido o inundado, pero todavía hay siete kilómetros que se preservan intactas. Se trata sin duda de una increíble obra de ingeniería que los vecinos de Aranda de Duero han conservado a lo largo de los siglos.
Fue una experiencia maravillosa, en todas las Bodegas te dan vino incluso en algunas aperitivos. Estuvimos en un sólo espectáculo y fue hermoso, pero sobre todo el ambiente de estos pasadizos a la luz de las velas fue increíble.
Aunque no nos dio tiempo para ello les dejo otros imprescindibles si visitan la ciudad.
El Plano de 1503: Aranda de Duero conserva aún la trama urbana de hace 500 años de modo que pueden recorrerse las calles del centro historico de la localidad tal y como eran en la Edad media.

Cuenta la leyenda que el plano surge de la disputa entre dos arandinos por la propiedad de una calle.
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La iglesia de San Juan. De estilo gótico, su construcción comenzó en el siglo XIV y no terminaría hasta el siglo siguiente, tras la cual sucedió en 1473 la celebración del Concilio de Aranda, el evento histórico de mayor importancia que viviría este templo. Encima de la entrada al lugar, un altorrelieve de San Juan nos da la bienvenida a su interior, en el cual tres bóvedas se elevan, custodiando una de ellas un bonito retablo.
En la actualidad, su interior acoge un Museo Sacro que contiene objetos religiosos e históricos que pertenecieron a la diócesis local.
El Rollo Jurisdiccional, ubicado en un principio en la Plaza Mayor pero traspasado a la Plaza del Rollo, se trata de uno de los varios rollos que existen por toda la península castellana y cuya principal función era la de simbolizar el privilegio de villazgo del que gozaba una población.
A unos 172 kilómetros desde Madrid, una hora y media aproximadamente, es una escapada perfecta para un finde o si eres de mi team, escapadas de un día también.
La experiencia de las «Bodegas entre velas» es algo que deberían experimentar, agrégalo en en tu lista de pendientes y estate atento el próximo año, en septiembre suelen publicar en la página del ayuntamiento toda la información.
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